El llamado pensamiento de diseño o Design Thinking tiene sus raíces en la década de 1960, pero fue en los últimos treinta años que su influencia traspasó las barreras de la academia y la investigación científica, y se extendió a todo tipo de organizaciones, proyectos e iniciativas que buscan solucionar problemas. El Design Thinking es hoy una metodología popular que expande los límites del diseño y permite empatizar para abordar necesidades complejas y también cotidianas.
En esta serie de artículos revisaremos cómo el Design Thinking se convirtió en una de las principales metodologías ágiles para identificar problemas o necesidades y proponer soluciones pensadas en los seres humanos para los cuales estamos trabajando.
Según la d.school de la Universidad de Stanford, una de las instituciones que ha impulsado esta metodología, el Design Thinking se compone de cinco fases: empatizar, definir, idear, prototipar y testear. Existen muchas variaciones de esta secuencia, con fases adicionales, pero en esta serie nos centraremos en la estructura clásica.
Serie sobre Design Thinking:
- Design Thinking: breve historia
- Parte 1: empatizar
- Parte 2: definir
- Parte 3: idear
- Parte 4: prototipar
- Parte 5: testear
Pero antes hagamos un repaso sobre cómo el pensamiento de diseño se convirtió en un estándar ligado a la innovación y las metodologías ágiles. Una historia que comienza a mediados del siglo XX y que en los últimos treinta años se volvió popular.
Breve historia sobre el Design Thinking
El origen del pensamiento de diseño puede rastrearse hasta la década de 1960. Según la Interaction Design Foundation, en esos años se dieron los primeros intentos por transitar hacia un método científico del diseño, establecer cómo funciona y qué factores lo influencian. También comenzó a emerger el término “wicked problems” (problemas malvados) para describir fenómenos complejos que podían ser abordados desde el diseño.
Hacia la década de 1970 los principios del Design Thinking comenzaron a emerger. En su libro “The Sciences of the Artificial”, el premio Nobel de Economía Herbert A. Simon abordó cómo el diseño puede ser un modo de pensamiento. Este experto en ciencias cognitivas también profundizó en las ideas de prototipos y testeos ágiles a través de la observación, dos de las fases más importantes del Design Thinking.
En la década de 1980 los experimentos de Bryan Lawson en el Reino Unido permitieron delinear mejor los métodos de quienes usan el pensamiento de diseño. Para eso testeó cómo científicos y arquitectos resolvían un problema ambiguo: cómo ordenar una serie de bloques de colores según un set de reglas.
Este profesor emérito de la Universidad de Sheffield observó cómo los científicos exploraron sistemáticamente todas las opciones posibles y formularon hipótesis, mientras que los arquitectos (“diseñadores”) generaron múltiples soluciones y eliminaron las que no funcionaban. Lawson concluyó que esa mentalidad que se enfoca en la solución es un concepto central en el modo de resolver problemas a través del diseño.
Desde la década de 1990 en adelante comienza la fase de masificación del pensamiento de diseño. Existe un consenso de que la consultora IDEO fue la que popularizó el concepto del Design Thinking al desarrollar su propia terminología, pasos y cajas de herramientas.
En 2004, David Kelley, el fundador de IDEO, creó el Hasso Plattner Institute of Design en la Universidad de Stanford, conocido también como la d.school, una de las instituciones clave en el desarrollo, enseñanza e implementación del Design Thinking como un mecanismo de pensamiento que no es exclusivo de quienes se dedican al diseño, sino que puede influir en las empresas, instituciones educativas y proyectos.
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¿Por qué el design thinking ha tenido tanto impacto cultural?
Hay universidades como Stanford, Harvard y el MIT que ofrecen cursos dedicados a esta metodología.
La ópera de San Francisco usó el design thinking para atraer a un público más joven y diverso.
Gracias al design thinking Oral-B mejoró la carga de su cepillo eléctrico y el acceso a repuestos.
Hay al menos tres razones que permiten explicar esta popularidad y presencia en distintos ámbitos del Design Thinking:
- Se centra en las personas y sus necesidades. Por eso permite empatizar y entender genuinamente sus dolores y problemas.
- Estimula la creatividad y la innovación: el idear soluciones se tienen que testear y validar, no imponer.
- Involucra a las personas y comunidades para las cuales se busca una solución.
Así lo plantea Sandy Speicher, la primera directora ejecutiva mujer de IDEO, en conversación con BBC mundo: “Podemos usar el design thinking para involucrar a comunidades en diseñar mejores escuelas, mejores hospitales, sistemas de votación… ¡y tantas otras cosas! Especialmente en esta época de pandemia en la que hay tanto por diseñar y reimaginar”.
En esta serie del Laboratorio de Contenidos de Marca queremos profundizar en la metodología del Design Thinking y revisar cada una de sus cinco fases. Para cada etapa hemos incluido mini-metodologías, preguntas y orientaciones que te pueden ayudar a ti y a tu equipo para incorporar el pensamiento de diseño.
Esperamos que te sirva.